Si tuviera el recurso de detener esta necesidad de escribir sobre mi inestabilidad física y psíquica lo haría, pero contenerme de hacer lo que humanamente entiendo como el único acto decente que puedo realizar en estas condiciones sería traicionarme a mi mismo.
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Por ello a pesar de no sentirme cómodo haciendo estas declaraciones continúo registrando los pormenores ficticios de mi estado de ánimo.
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Cada equis puede representar largas pausas
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Cada texto puede representar una traducción angustiosa del letargo con que se manifiestan los pensamientos
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Tratar de reportar cada instante de mis estados variables de ánimo se convierte en un estudio
aberrante de mi inutilidad inmediata.
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Sin moverme del asiento, hago largas pausas analizando el recorrido del dolor a través de los nervios de mi cuerpo, siento como si fluyera una nube negra por mis venas, como parte de mi corazón y se despliega por mi abdomen, me ensombrece la parte trasera del cuello así como obstaculiza mis manos y mis piernas, hasta que finalmente se deposita en mis ojos y solo me permite percibir lejanamente el acto involuntario de la redacción de estos textos.
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La depresión ha ganado terreno, no se como liberarme, le comento a mi mejor amiga y me sugiere que vayamos al médico, pero cuento con escasos recursos y antes de ir al psiquiatra, tendría que pasar por el pulmonologo para erradicar el asma severa que yace estacionada oprimiendo mis bronquios.
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Estoy extenuado, a penas puedo revisar lo que escribo, siento como una implosión interna, un dolor agudo que me marea.
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