En la incomodidad que le ha tocado vivir eligió ser prudente con su propia concepción del mundo ideal.
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Intuía la excelencia de sus percepciones, sin embargo su ingenuidad lo llevaría a la ruina
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De solo hacer una observación convertiría un sapo mediocre en un hombre famoso
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Hasta que se desacostumbró a exponerse en publico
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Demasiados dioses, demasiados profetas, demasiadas malas intenciones.
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Hubo un momento que intuyo el dolor que se avecinaba, el dolor humano final
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Y decidió ceder su virtud, bajo cualquier costo.
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Hoy no existe su nombre, sus discípulos se han secado como plantas desatendidas
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La tristeza reina como niebla sobre un desierto abandonado,
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allí donde depositó sus comentarios
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