Cannabis Habanera

Cannabis Habanera
Shagall en la Habana

jueves, 17 de junio de 2010

Derretimiento Liistico


Qué irónico. Paso un siglo antes de decidirme a teclear y el Word me sorprende en ruso; siempre tan original. Y siempre tan difícil empezar. Romper no el hielo sino la hoguera.
Evadir la exquisita vagancia y sentarse lo más recto posible. Aún cuando la columna proteste y chille.

Mucho más fácil permanecer un rato más en esta inmovilidad no ya lezamiana, sino mutante al devenir ahora Cronemberg: sí: una especie de enceramiento cronembergiano, si es que tal cosa puede concebirse. La calle es un infierno y mientras, no puedo sino despojarme de cada una de mis telas y salir desnuda al balcón, que es como la calle misma, y donde único se puede romper de una vez y escribirte un poco de esto frente a un flamboyán completamente florecido, inmutable por la no brisa.


Mi devenir cera a lo Cronemberg es la justa sensación de que cada poro de mi piel se va derritiendo. Nada menos. En lo que la luna mengua toda amarilla grandota de Cheshire y se esconde detrás del edificio horrendo más conocido como la Maléfica, donde posiblemente un grupo de residentes latinoamericanos estén practicando autopsias y haciendo electrocardiogramas en un cuerpo de guardia, con o sin órganos.

Todo lo que me pasa en este momento se diluye como la mantequilla al fuego. El tiempo es butter, no deja de decirme en la cabeza la voz de un amigo distante en las 90 millas. La miel es más dulce que la sangre, me reitera Gala y mis coágulos se espesan y aceleran su flujo cada vez más intenso. Mi desfallecimiento es tal que podría caerme incluso cuando la baranda del balcón no es tan insegura como lo aparenta. Caerme con laptop incluida. Reventarme el cráneo en pleno concreto negro acabado de asfaltar, de lo más bonito. Y si después llegara a recuperarme la pérdida irreparable de este artefacto me llevaría a recurrir a la búsqueda –toda ansiedad queda descartada- de la pluma de ganso de Gunter Grass Vs tecnología.
Lia against the machine. Los relojes de Dalí se derriten sin parar. No hay descanso en esto.
Frank Zappa me recuerda que una nación no es tal a menos que posee una cerveza, una aerolínea y un arma de destrucción masiva; los aspectos nucleares podrían ignorarse: la cerveza es sin embargo absolutamente indispensable. Es lo menos a lo que puede aspirar el candidato al derretimiento progresivo de todas sus neuronas, one by one.


Cuando la luna persiste en su maléfico escondite -que debería ser prioritariamente fulminado por una AMD o una bomba común y corriente, siempre y cuando la impresionante planta de gas no explote antes en el curso natural del desastre cotidiano (¡de 35 a 50 mil barriles de petróleo crudo se desbordan a diario en el fondo del Golfo y las especies más insólitas migran al Caribe, para completar!) y media Habana vuele por los calientes aires como la ingrávida pelota de Sudáfrica, aunque allí el clima esté perfecto. ¿Será posible?-; me entretengo en esparcir más la mantequilla dibujando abstractos más que formas con ella y la camarita. Dibujo una espiral, un ocho, una risa macabra, un garabato de mis siete años, una florcilla agonizante. La cámara se queda sin pilas y yo me aburro sin remedio. Y mi derretimiento es progresivo. Cuánto falta aún para mi habitual y trastocado horario de sueño. Poco más de cuatro horas. Mis ojos arden y mi cabeza refugia a un dragón chino insoportable. Vacío el termo de café. La abstinencia etílica nunca acarrea nada bueno, y mi balcón luyanero es un autorehab vitamínico y tortuoso. Por hoy está bueno ya. Me despido del flamboyán maravilloso y me retiro a mi sanctuarium, donde las aletas del ventilador echan vapor por aire como las narices de mi dragón cerebral. Espero poder detener esto del derretimiento y atardecer en una pieza.



Chau-hasta-mañana!

1 comentario:

  1. Este es el primer post de Lia para Cannabis Habanera.
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    quien lo iba a decir
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    gracias miles, hermosa bloguera

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