Me he acostumbrado a esperar, a dejar pasar oportunidades, a no luchar por la mínima cuota moral que me corresponde, a lidiar con la intolerancia, con el desinterés humano. He aprendido a vivir en el extranjero, incluso dentro de mi propio país.
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Si logro resolver este instante escribiendo habré dado un enorme paso en cuanto a mi última apatía, un paso mucho más interesante en lo que a mí respecta que el que dio Niels Armstrong en la Luna.
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Tendré que cortarme una oreja para llamar tu atención
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