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Busco depurar los presagios que me acompañan, me libero constantemente de textos


absurdos y dolorosos que me preceden, que me condenan a representar un fragmento repugnante de mi existencia.

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En tu última carta me hablas de la Nostalgia, ya no sé si es nostalgia lo que me está pasando,

Tengo la sensación de que no puedo llevar más que lo que tengo puesto en mi próximo viaje.

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Espero no olvidar tus ojos cuando eso suceda, espero no tener que lamentarme de no haber hecho este último intento.

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Por eso insisto, porque es la única manera que tengo de reflejar mis ganas de vivir, de incorporarme, de hallar la solución correcta a todos los problemas

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Sin embargo, creo que soy el actor de estos problemas, el representante de esta efímera tragedia que comienza y termina en la particular sensación de vacio que me embarga mientras escribo estos textos.

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Cómo ocultar estos sentimientos, cómo renunciar al único drama que representa mi psiquis, cómo estar seguro de lo innecesario que pueden ser estos lamentos, cómo saber que no hay otros que sufren semejantes desesperaciones y no encuentran alivio en textos positivos.

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Lo siento, no quería exponerme tan depresivo pero no lo puedo evitar, mis bronquios permanecen cerrados y solo puedo hacer pequeños movimientos con el cuerpo para evitar un ataque de asma, ando de la cama al baño, me siento un rato ante la máquina de escribir, pasa el tiempo observando adolorido como se me va la luz del día a través de la ventana.

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Pienso en la Habana, en el Malecón, una imagen recurrente que compone todo mi escenario.

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Pienso en ti y tu nombre me inunda la garganta.