Cannabis Habanera

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Shagall en la Habana

domingo, 2 de mayo de 2010

descomposición de identidad

Hoy participo obligado en una reunión o fiesta donde predominaban guerreros cubanos, digo guerreros porque la declamación de sus heroicidades encimadas unas con otras parecía la muestra de un campo de batalla de cien protagonistas. Los gloriosos soldados de Aquiles.


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Me veo ajado en una esquina como uno de esos soldados pero ya herido de muerte, comprendo el paso cerrado que he tenido que llevar todos estos años para lidiar con semejantes gladiadores y con sus exuberantes mujeres.

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Mi fragilidad se delata al no hacer acto de presencia entre tantos protagonistas de hazañas

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Me recojo en una esquina y trato de hacerme invisible y volar hasta estos textos.

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Observo desde el muro del malecón el desfile de estos aguerridos ciudadanos

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Los veo en cada rincón del planeta vociferando y hablando de cuanto cubano ha existido como si pertenecieran al mismo árbol genealógico

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Los admiro y comienzo a velarme como una película expuesta a la ignominiosa luz del calor habanero.

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Son los soldados semidioses de un ejercito secular invencible.

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Hablan de sus hazañas como personajes secundarios de Homero.

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Son los embajadores de un ritmo que será difícil de callar en los cuerpos del futuro

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Logro escurrirme de la batalla campal de los cubanos en un departamento del D.F.

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La noche me recibe con un fresco desacostumbrado en la Isla.

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El silencio de Domingo en el gran valle me acoge como a un fantasma diminuto que ha perdido el rumbo hace mucho tiempo

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Al llegar a mi departamento deposito las llaves, el aparato de asma y de paso coloco el corazón sobre la mesa de noche.

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Aún resuenan los estridentes gritos de combate en mis oídos

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Trato de encontrarme en el espejo pero ya no queda nada de mi identidad en el reflejo

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Vuelvo a ver el muro del malecón bajo mis zapatos antiguos

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Ya no hay Morro, no hay punta, no hay edificios destruidos, tampoco está la oficina de Intereses Norteamericanos.

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No encuentro la calle donde nací y vuelvo a sentir un frio desacostumbrado en Septiembre en la Habana.

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De repente tus ojos azules se asoman a mi recuerdo

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