Cannabis Habanera

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Shagall en la Habana

martes, 4 de mayo de 2010

"Tiempo andante"

De repente me siento un enorme gigante ante la ingratitud de estas letras que he aprendido a apachurrar con mis dos dedos índices desde que tenía 11 años en la pesada e imponente máquina de escribir Underwood de mi padre.


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El martilleo incesante con que hacia sonar las teclas que disparaban sus letras como catapultas infernales y en momento se enredaban como cabello de medusa ante el rodillo y despedazaban las cintas tan escazas siempre en la Isla.

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Siempre me sentí como un jazzista empedernido escribiendo en aquella máquina de fierro

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Hoy lo recreo disparando cada pensamiento al ritmo vertiginoso que me impone Gonzalito con sus prodigiosas descargas.

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Siempre pienso en esto, si pudiera ilustrar cada una de mis publicaciones,(bueno, no todas) con la música que escucho al escribirlas, me sentiría muy complacido del resultado.

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Estoy seguro de que se puede hacer, pero no quiero perder tiempo en esas cosas de la tecnología y las publicaciones y agregarle tal y más cual cosa.

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He optado por solamente escribir, para no distraerme en el asunto de buscar las fotos, crear los cuadros, etc.

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Por el momento me conformo con este estilo que estoy empleando, he descubierto placer en el asunto de leer mis textos sobre negro.

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De encontrar espacios caprichosos que se han creado en el momento de la importación de los documentos o de la publicación del mismo.

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También he sentido que aquí en este blog, me puedo quedar rato sin complicarme la existencia, sin perturbar la paz que busco cuando quiero leer algo que me seduzca y me de fuerzas para seguir andando.

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Estas confesiones son años de trabajo, dejando cada momento escrito en cualquier lugar por donde he pasado, me gustó siempre la idea de regalar originales de mis textos, no se porque siempre me ha gustado ser tan irresponsable con las cosas que he hecho.

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Hoy creo que he logrado lo que siempre había buscado, escribir y publicar simultáneamente

Sin regirme por las disciplinas de una editorial, por las rígidas reglas del éxito en el mercado y por todas esas cosas que realmente son importantes, no lo niego, pero que perturban el espíritu creador de un tipo como yo que solo se deleita en la tergiversación de los planes que se había hecho Dios de mí.

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