Cannabis Habanera

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Shagall en la Habana

jueves, 13 de mayo de 2010

Testamento de un asmático

Por más que he tratado de sobrevivir todos estos años en el exilio ha llegado el momento de reconocer las dificultades que atraviesa mi cuerpo enfermo para seguir luchando, educado en una sociedad machista y de triunfadores, donde la humildad siempre fue un defecto y vanagloriarse de una sencillez, un acto amanerado y pequeño burgués, siempre he tenido que vivir en la doble moral de representar a un individuo resistente a los avatares de la vida.
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Eso me ha hecho renunciar en silencio a lo más sagrado a lo que aspira un ciudadano común sobre la Tierra, la creación de una familia,
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conociendo mis dificultades para sobrevivir, lo único honesto que he podido hacer es evitar la posibilidad de procrear un descendiente.
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En más de una ocasión estreché lazos con mujeres que brindaron su cuerpo para cultivar la semilla de esa continuidad y ha sido en esa pretensión, más de ellas (que su reloj biológico exige) que mía, que me las he ingeniado para llevar al fracaso el delicado propósito, minando otro de los períodos donde intentaba seguir adaptándome a las circunstancias de una sociedad global que obliga a la monogamia forzada.
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Nacer asmático de tercer grado, representando una posiblemente cuarta generación de una enfermedad hereditaria a cíclica, significa que alguien no ha tenido conciencia de esta desventaja humana.
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Por eso cuando me separé de mi familia sanguínea y de mi país político, lo hice con la esperanza de encontrar alivio y cura en el desarrollo científico y social del otro lado del muro de agua, específicamente en el Capitalismo.
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Hoy que mi enfermedad no cesa de hostigarme a pesar de todos los medicamentos que he consumido, las vacunas ultramodernas, los últimos descubrimientos médicos, así como medicina alternativa, brujería, mejunjes y cuanta cosa bendita u oscura se haya creado sobre la Tierra y descubierto por el hombre para curar el Asma, enfermedad de la asfixia,
me siento a contemplar mi descenso hospitalario hacia la desaparición.
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Por eso no logro encajar en ningún ismo, o grupo humano a la vista.
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Porque represento el infortunio de una raza humana que no usa los medios de expresión para comunicar sus angustias, incomprendidos por los médicos, los familiares, los amigos, y la sociedad en general, nos damos a la tarea de simular ser partes del desfile del cardumen humano en el que nos toca estar, pero no pertenecemos a este desfile de gente alegre impetuosa, atrevida y arrogante que conoce y muchas veces son los progenitores u hermanos de individuos como nosotros, pero nunca llegan a saber la connotación de nuestra miseria humana, hasta que fallecemos de precisamente un ataque de asma.
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