Cannabis Habanera

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Shagall en la Habana

domingo, 16 de mayo de 2010

De las cartas que nunca le envio a mi madre

Hoy logré hablar con mi madre, llorando me acusa de que no la llamo, no le escribo tan siquiera unas letras, ella no sabe lo que estoy haciendo en estos momentos, y no me alcanza el tiempo para explicárselo, ni siquiera creo que lo pueda entender.


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Se me hace un nudo en la garganta cuando pienso en esto, no lo puedo resolver, y yo que pensaba que su intuición de madre captaría, por lo menos sospecharía que estoy tratando de no hundirme, que es posible , que no esté haciendo lo correcto, que cuando me dice llorando como se siente, todo lo que piensa que puede suceder acierta, pero estas cosas son muy difíciles de explicarle a las madres.

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Yo hago lo que puedo, intento dejar en estos momentos lo que queda de mi integridad humana, no puedo fingir que estoy feliz, sabiendo como están las cosas en Cuba, y a pesar de eso, trato de mantener una serenidad a la hora de manifestarme, para ocupar el lugar que me corresponde en esta ajetreada causa sin luz, esta época volátil y conformista donde todo pasa de la peor manera y la gente sigue viviendo como si afuera no pasara nada.

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Mi paciencia tiene los minutos contados, y solo puedo descender a decir que sigo vivo, sigo enamorado de esta tarea que me sostiene luchando, con la esperanza de verter un poco de la magia que no han podido borrar los enemigos de nuestra alegría secular.

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A veces pueril, a veces tedioso, a veces demasiado hermético, neurótico, maniaco, suicida a veces con ternura y a veces anonadado ante la luz, la mayoría de las veces, comparto estos

Pedazos de mi vida con el aire virtual, con tal de que esa agonía con que espera mi madre y que no puedo superar por la precaria situación económica en que he caído sea despejada por una justicia poética, por la justicia del amor imposible, el amor desde el destierro, el amor que solo pueden comprender los que son condenados a perderlo.

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Madre si algún día pudieras saber sobre estas cosas que hago estarías más tranquila, pero recuerda que no soy una persona ordenada, pierdo fácil la perspectiva de la vida cotidiana porque así he sido siempre y de milagro obro con coherencia y no he recaído tanto,

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Aquí están las cartas que tanto anhelas, no me atrevo a pedirle a nadie que te llame, porque se me raja la voz cuando lo pienso, es así y no puedo evitarlo, es un bloqueo que siempre me paraliza y del que no he podido desprenderme ni superar, como sigo prendido de tu cordón umbilical invisible, y si algo me mantiene vivo es esa necesidad tuya de saber que tu rama última sigue intentándolo.

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