Cuando le mostré a Carlos mi última película no se pudo contener y me preguntó como había hecho aquello.
-Pues sencillo, conecté la cámara al televisor y comencé a filmar lo que se reproducía en la pantalla y que era simultáneamente registrado por la cámara, como el efecto de un espejo mirándose en otro.
El resultado fue un enigmático ejercicio de pintar con la cámara, produciéndose en luces en movimiento que dieron como resultado una de las películas que me gustaría mostrarte algún día. La titulé: Pulcritud habanera No 1.
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