Cannabis Habanera

Cannabis Habanera
Shagall en la Habana

domingo, 9 de mayo de 2010

Autocrítica

He leído los textos y me he avergonzado de muchas cosas que
he publicado.
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Primero me he deprimido mucho y he pensado inclusive en retirar
definitivamente el blog del aire.
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Luego he reparado en que los detalles de los que me avergüenzo son quizás
la suma de los errores que he cometido en el transcurso de la vida,
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faltas que me han llevado a ser un individuo frágil y enfermizo.
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Sin embargo asumo el derecho que tengo a equivocarme, la desfachatez
con que continuo lanzando mensajes al aire con la pretensión de provocar
un cambio radical en mi forma de pensar y manifestarme contra mi mismo.
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Nunca fui un buen estudiante, ni siquiera he podido mantenerme al margen
en una vida simple y sin matices.
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Esta obsesión de expresarme a la que considero una obsesión creativa
solo me libera de fantasmas que abundan en la soledad de
mi profunda ignorancia.
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Quisiera adquirir la paciencia para revisar todos estos textos y convertirlos
por lo menos en algo decente de leer, en el sentido gramatical y humano de
la palabra.
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Mi drama real gira en torno a la necesidad de escribir.
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Partiendo de un desconocimiento total de las reglas de oro de esta disciplina
y una incapacidad innata de poder recuperar el tiempo perdido y estudiar
una carrera que me permita hacer las correcciones pertinentes y quizás
un día escribir como aspiré a hacerlo cuando me fasciné con la lectura
de los que considero mis maestros de literatura.
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Hoy solo me conformo con plasmar mi identidad ficticia en estos textos
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El sufrimiento que no puedo ocultar a pesar de mi acento caribeño
y la innegable alegría que corre por mis venas.
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Con el solo pretexto de dejar la voz escurridiza de un sentimiento patrio
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La necesidad de unirme a un deseo secular de los primeros criollos que
abogaron por la libertad e independencia de una Isla que no es de nadie
y que todos se la adjudican y finalmente traicionan o mueren traicionados.
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Por eso intenté aprender y hacer cine cuando este era aún en blanco y negro,
no por estética sino por necesidad y le dediqué a este oficio del siglo XX
(gracias Caín)* la mayor parte de mi existencia.
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Hoy como un niño de 46 años leo tristemente mis errores
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También observo maniatado la injusticia con la que somos obligados a vivir
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Pensando en los hombres que luchan con la única arma de la que no pueden
ser desarmados, la inanición.
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Y también pensando en las generaciones que necesitarán un poco de
modestia en los valores a los que asirse ante la exaltación del éxito
y la desvergüenza de la actitud intolerante del positivismo.
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Perdón madre*, pero la vida no es tal Carnaval.

*Caín fue el seudonimo con que firmaba Guillermo Cabrera Infante
las críticas de cine que aparecen en su libro "Un oficio del Siglo Veinte"

*madre: Celia Cruz que está en el cielo guarachando. Perdoname mi negra.

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